Lo decía Nelson: “Basta el éxito para cubrir muchas faltas; pero, ¿Cuántas bellas acciones permanecen para siempre olvidadas en una derrota?. Así el 12 de octubre de 1742 se produjo en las cercanías de la Habana la batalla naval del mismo nombre en que las armas españolas y británicas se batieron con derrota de la primera, pero tal y como afirma Nelson, eso enmascaró una serie de bellísimas acciones realizadas por la fragata Galga y su extremadamente competente capitán, Pedro de Garaycoechea.
En 1748, la flota española en Cuba se mantenía activa, tras diez años de guerra y bloqueo. Las flotas de Vernon y Knowles habían sido derrotadas pero no vencidas y corrían deseosas de venganza.
En octubre, se sabe de la llegada de un convoy desde Inglaterra y se decide hacer un esfuerzo para capturarlo. La flota, con muchísimas deficiencias se apresta y sale a comienzos de octubre. Entre la flota, y en labor de exploración, hay que destacar las naves de Velasco y Garaycoechea, dos excelentes comandantes (el primero será el defensor y héroe del fuerte de Morro) y con una larga experiencia. Ambos son ampliamente conocidos en la Habana por aparecer, tras sus incursiones, con dos o tres barcos ingleses a remolque y sus retornos eran vistos con expectación y alegría por el pueblo de la Habana. Pero desde 1746 sus actividades se han visto limitadas, el número de barcos ingleses va aumentando y ya a comienzos de 1746, Garaycoechea sufrió un susto cuando fue emboscado por seis unidades inglesas frente a la Habana de la que salió bien parado por sus extraordinarias habilidades.
El día 6 de octubre se avista al convoy que, conocedor de la proximidad de la flota inglesa, vira y pone rumbo hacia ella. La flota de Reggio se ve incapaz de alcanzarla y lanza a la Galga, la fragata de Garaycoechea, a su caza. Era ésta, como su capitán, un buque especial, fragata de tres puentes. Construida como una fragata de remos había sufrido fuertes remodelaciones. En 1744 llego a disponer de 50 cañones y más de la mitad de ellos de 12 libras (los buques de su categoría podían dar gracias si disponían de alguno de 6 libras) y un par de 18 libras. En su mejor época se podía considerar el antecesor de los acorazados de bolsillo alemanes … ninguna nave inglesa que pudiera alcanzarla podía vencerla y cualquier nave que pudiera vencerla no podía alcanzarla. En 1747 se descubre que esto ha causado daños estructurales con lo que se decide reducir su numero de cañones a 30. No sabemos su nueva configuración pero hay que suponer que aún en 1748 tendría una buena capacidad de pegada muy superior a sus iguales y con cañones capaces de penetrar hasta un buque de mayor tamaño (cosa que tendrá gran importancia en los posteriores sucesos). Además, la Galga iba acompañada de una pequeña goleta llamada Santísima Trinidad que hasta 1744 estuvo dirigida por el suegro de Garaycoechea.
El 11 de octubre se descubre un par de barcos rezagados y hacia ellos se dirigen Velasco y Garaycoechea separándose. La presa de Garaycoechea se trata de una fragatilla, goleta o bergantín (dependiendo de que autor o fuente se consulte) pero todos coinciden en que iba fuertemente armada para su tamaño, con 22 cañones (la mayoría pedreros de poco valor excepto en abordajes) y un cargamento de azúcar y ron.
Normalmente el combate hubiera sido breve pero esta vez, la Bahaser (nombre que dan algunos) decide alargar la resistencia; es de suponer que alentada por la proximidad de la flota inglesa o de su escolta. Así que las dos naves españolas tuvieron que demostrar de que eran capaces y tras dos horas y media de combate consiguieron rendirla. Poco duro la alegría española pues en el horizonte aparecían las velas de otra embarcación inglesa, se trataba del Lenox, un navío de línea de 74 cañones que acompañaba al convoy. Según los historiadores ingleses montaba 56 cañones, tal vez se desmontaron algunos para dar cabida a más mercancía y es sabido que en su bodega llevaba un millón y medio de pesos, sea como fuere en este baile de números, el día 12 ya montaba otra vez 70 cañones. Independientemente este buque era de una categoría superior tanto en resistencia como potencia de fuego.
El resultado habitual hubiese sido el abandono de la presa y la huida de los corsarios pero el capitán del Lenox, Charles Holmes, no conocía a Garaycoechea.
La Bahaser y el Santísima Trinidad pusieron proa hacia la Habana mientras la Galga se enfrentaba al Lenox.
El combate fue como debía ser: breve pero no con el resultado habitual. El Lenox (o tal vez fue La Galga el que lo buscó) consiguió disparar borda con borda contra La Galga pero tras esa primera andanada el animo inglés falló. El capitán inglés tuvo que valorar que estaba cargado con millón y medio de pesos, y la fragata parecía bien capaz de tener un disparo afortunado y dejar malparado a su buque, además la flota española rondaba cerca y podía convertirse rápidamente de cazador en cazado.
Así, el Lenox viró y se dirigió abandonando la lucha, hacia la flota inglesa. Con lo que sumaba para la Historia uno de los escasísimos, por no decir único, momento en que una fragata vence a un navío de guerra obligándole a huir.
Al día siguiente, volvieron a verse las caras La Galga y el Lenox, pero el almirante Reggio con muy buena cabeza prohibió a Garaycoechea incorporarse a la línea por los graves daños sufridos en su borda en el combate con el ingles. Aún así, La Galga volvió a lucirse en dicho combate enfrentándose a cuatro fragatas inglesas pero esa ….
Esa es otra historia!
(extracto de un nuevo título en preparación sobre la fragata Galga en la Guerra de la Oreja de Jenkins)